Disonancia III
No tanto por ira avivaba los ánimos ni las tragedias del alma
Era el espacio y el bendito sonido de riachuelo a mi costado
Que entre la ventana seguía siendo perenne tal cual lo dejé,
Antes de partir.
Y aunque no fuera sencillo reanudar entre las sombras
Tampoco fue difícil comenzar a destruir cuanto amaba
Por las mismas inseguridades y desolaciones
Las que causaban en cada individuo tanta desidia.
Aquí yacía mi fantasma sentado cual efigie inmortalizada
Y en la noche siempre por la luna relucía como un incierto
Convocado por el retumbante palpitar del corazón
Y por la incesante presencia de la gente…
Y lo que yo amaba con tanta certeza se difuminaba
Pues nunca estuvo aquí.
Admiraba tanto el ego porque salvó varias veces el orgullo
Y con orgullo se sufría menos.
Sentir era lo más obvio para los enamorados y no les embarazaba
Porque al fin y al cabo era importante demostrar pureza.
Y el orgullo, bueno, no era tan obvio disimular el dolor,
Pero para eso servía.
Los que se quejaron del orgullo fue porque no supieron usarlo,
La otra máscara, igual que el amor…. Casi lo mismo.
Lukas Guti.
17 de mayo de 2011.
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