La Puta


Sea por fealdad o por belleza, el individuo vanidoso estará condenado una vida entera a padecer en relación a estas características. Es igual en la literatura; aún no me atrevo a afirmar si  recae de la misma forma sobre la música, pero tengo mis sospechas. Con los años siento que he empeorado en mi desempeño como escritor  por flojera o por abandonar el hábito entre períodos de tiempo, sin embargo, son pocos los que podrían siquiera notarlo; en tal caso, no funciona de la misma forma para la vanidad física, ya que la belleza o la fealdad no son del todo subjetivas, que me perdonen los tan considerados artistas.  Hoy me avergüenzo de escribir poemas y me rehúso a rayar un verso, y recurro a la prosa como excusa. En el mundo en que me haya tocado definirme como escritor descubrí un sinfín de banalidades sociales tan pretenciosas como cualquier otra del pasado, pero esto era una especie de revolución ridícula sobre las concepciones de la literatura moderna: el internet y las redes sociales.  Retorno a la idea de la música,  unos doscientos años atrás: De repente surgen estos genios educados por escuelas prestigiosas y nos dejan sus grandes sinfonías  que nos maravillan. Pero no todos lograron tocar un piano de cola no por ser genios, sino por costos. En la actualidad es mucho más sencillo interpretar a Mozart y mucho más difícil surgir con alguna genialidad, acaso influenciados por estos ídolos setenteros y los pocos que logren recordar o saber algo  doscientos  o trescientos años antes;  al igual que en la literatura, esta surge de meros retazos y vanidades. La literatura, al igual que la música, evolucionó de acuerdo al número de personas que lograron hacer algo con ello, al principio con algunos pocos privilegiados, luego todos empapando sus manos en ello. Hoy, con ingenuidad, se siguen creyendo privilegiados los que practican algún tipo de arte, no obstante, el arte fue incorruptible sólo por la ignorancia de las masas, hoy está a al alcance de todos y resurgido como modernidad, hoy el arte es una puta.

Lukas Guti.
23 de noviembre de 2012.

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