Pueril
Me enseñaste un mundo sin corromper que yo había olvidado,
Que mi tranquilidad sólo era un manto cubriendo las grietas.
Y dormíamos sobre las ruinas moldeadas bajo los cuerpos,
El egoísmo usando máscaras de serenidades,
Y la simpleza una excusa para evitarle significados a lo profundo.
Qué bonitas se tornan las artimañas al cabo,
Transfiguradas en torno al deseo de tu olor en mis paredes;
Y cuando los conceptos se transmutan por pensamientos,
El único deseo no profano es aquello que no se ve igual,
Como en aquél mundo ya olvidado.
Lukas Guti.
30 de septiembre de 2013
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