"Hiquen" Por Oliver Mitchel Acuña Maldonado
Ilustración, por Oliver Acuña. Basada en la novela fantástica La Fe de los Mártires - Novela, del autor Lukas Gutiérrez Montoya.
Información del artista:
Oliver Mitchel Acuña Maldonado, Chile.
• E-mail Vengatorblaze@gmail.com
• DeviantArt: Deviantart: vengatorblaze.deviantart.com
• Web: http://vengatorblazeilustrador.blogspot.com.co/
• Web en Facebook: vengatorblaze ilustrador
• Ilustración, página 253.
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(Fragmento)
Hiquen luchaba con fiereza más que ninguno, y al fin su piel intocable fue cortada cuando muchos zafios se abalanzaban contra él, mientras este iracundo los desgarraba, en rugidos los apartaba a golpes con sus gigantescas patas.
Merides no soportó tal mansalva y a por él fue en su ayuda, mas el cantor lo vio caer en manos de los zafios a varios metros de allí, y no logró hacer nada mientras vio su cuerpo rodar entre las falanges tirrias; Baldrur corrió entre el enemigo con imprudencia más que con bizarría, pues cara amistad alcanzó con el Pacbel, pero su ira casi lo hizo perecer si por Cronto, y el allegado Idilor ¡Bienvenida sea vuestra espada! Llegaban para defenderlo mientras él sacaba el cuerpo de su amigo.
Merides no soportó tal mansalva y a por él fue en su ayuda, mas el cantor lo vio caer en manos de los zafios a varios metros de allí, y no logró hacer nada mientras vio su cuerpo rodar entre las falanges tirrias; Baldrur corrió entre el enemigo con imprudencia más que con bizarría, pues cara amistad alcanzó con el Pacbel, pero su ira casi lo hizo perecer si por Cronto, y el allegado Idilor ¡Bienvenida sea vuestra espada! Llegaban para defenderlo mientras él sacaba el cuerpo de su amigo.
Al cabo, el cantor se les unió y los zafios siguieron cayendo, aunque sus filas parecían no denotarlo. Fueron ellos quienes se sintieron terriblemente reducidos y apenas hasta la tarde pudieron aguantar por cuando media falange de los de Idilor hubo de descender a consumarse en la lucha. La otra mitad de estas falanges corrió en apoyo de las de los Pacbel que defendían con sus tropas. Allí también se notó el decaimiento y las dolorosas pérdidas, pero aquí no habían sido perjudicados por los arqueros.
Al final de la tarde, con las fuerzas desgastadas, los centinelas que rondaban por Eriados Alborada fueron llamados a la batalla. Ensombrecido se le vio el rostro a Vadenér al enterarse tarde de tal acontecimiento, pues como un lamento el cuerno de Terides sonaba desde el palacio, al cabo.
Al final de la tarde, con las fuerzas desgastadas, los centinelas que rondaban por Eriados Alborada fueron llamados a la batalla. Ensombrecido se le vio el rostro a Vadenér al enterarse tarde de tal acontecimiento, pues como un lamento el cuerno de Terides sonaba desde el palacio, al cabo.
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