Botella de plástico
Apareciste una noche como enviada desde lo recóndito de un libro empolvado,
Con ese brillo en los ojos, cabello larguísimo, botas negras y una chaqueta verde militar.
Contigo una botella de plástico llena de ron que sacaste del interior de tus entrañas,
Tomaste el primer sorbo antes de ofrecerme un trago, veneno para
nuestro nerviosismo.
Apareciste, porque decidí caminar sin pretensiones ni esperando toparme maravillas;
Igual de inesperada al resto de la noche que fría dejó de serlo a tu lado… y tu sonrisa.
A veces te evaporabas tras recodos, no obstante, de otras pretensiones que ignoraba,
Y tras el humo y las conversaciones con extraños que llenaban las sillas y recovecos.
Temí contadas veces perderte para siempre refundida entre paredes rojas y tus distracciones,
Pero justamente cuando dejé de temer mientras el licor me tiraba sobre ya mis presunciones,
Tú llegaste, de improvisto, y tomándome de la mano de pronto dejé de sentir la inmensidad.
El resto del tiempo anduvimos juntos sin separarnos, asumiendo quizá lo ineludible;
Y aplazamos nuestro tiempo cuánto pudimos por días que a pesar nuestro acababan.
Semanas después desperté solo en cama y una botella de plástico vacía en el pecho.
¿Adónde te habías ido?
17 de julio de 2018.
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