De monstruos y demonios.

 


Rogué cada noche por no adentrarme entre pesadillas; mientras recordaba la fiebre de en mi infancia, abrazando mi cabeza y calentando mis pensamientos inocentes en un frenesí que desconocía entonces.

Luego comprendí que era mi corazón acelerado por la temperatura y no por los monstruos de mi cabeza. Francamente fue un alivio, hasta que un día mirándome al espejo descubrí la transformación de estas criaturas en lo profundo de mis ojos. Todos en un yo ineludible.

Le gritaba al silencio que no me arrebatara otro amor… que mantuviera la frente fría y sobria. Pero a pasos agigantados llegaban de nuevos estos pensamientos arrolladores que me sumían en zozobra.

 No era culpa de nadie… yo solo podía rogar que los monstruos sumergidos en los resquicios de mi cabeza mantuvieran la calma hasta que esa sensación de zozobra culminara. Pero a veces tomaba largos minutos en los que yo ya había destruido el amor que me profesaban… y luego me odiaba yo mismo.

A mi pesar,  el acto de amor más puro que pude ofrecer fue aislarme y alejarme, condenado a la soledad que los ruidos en mi cabeza susurraban a diario. Ciertos días se quedaban en silencio, pues sabían que la atención era ahora solo mía.

 

Lukas Guti.

18 de junio de 2021.

 

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