La Estatua
La Estatua.
Aunque aún reconozco tu rostro en lo recóndito de mis recuerdos,
Temo de todo corazón topármelo en las calles de esta pequeña ciudad
Y revivir la imagen cálida de tu sonrisa y tus pómulos;
Y es que de tus pómulos como frescos duraznos recuerdo,
Pues la sonrisa que a diario me regalabas iluminaban mis desidias.
Como el sol traspasando a través de la persiana entre abierta
hacia los recovecos de mi ser oscurecido por falta de amor propio.
Pobre ser obstinado, empeñado en construirse a sí mismo durante años;
Ingenuamente formado por sueños delirantes de música y arte,
Y de letras y libros que nadie reconocía, como ecos apagados y olvidados.
Me aferré a tu sonrisa de forma que renacía desde mi cuerpo encorvado,
Sumido por largas horas bajo la sombra de mis autoflagelaciones mentales.
Dilucidé que aquello que inflaba mi ser de orgullo por haberlo creado,
no eran más que ilusiones en un globo de fantasías baldías.
Y crucé por años tierras inconmensurables de banalidades infundadas;
Cada grano de arcilla con la cual moldeé mi ser se derretía con tu ausencia.
Para qué erigir una estatua perfecta de mis humildes logros artísticos,
Si al cabo del tiempo se agrietaría y enmohecería en un desierto lejano,
Apreciado más que por torbellinos y el silencio ensordecedor de la noche.
Siento mucho solo haber sido una cruz recubierta de ensoñaciones,
Postrada en lo alto de una colina polvorienta que los hombres habían olvidado;
Y es que fue en aquella colina ensordecida por la indiferencia del mundo
Donde al menos pude soportar hundir mi abatimiento en una zanja.
Lukas Guti.
2/16/2024
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