Kafka


Decidí tomar decisiones que me sacaron del círculo social estimado por muchos. Si muero mediocre sabré entonces de mi gran error y  de mi ignorancia, pero no fue fácil tornarme en contra de lo establecido para continuar por mi camino; ya aunque me costara sacrificar ciertos conceptos que en la actualidad subestiman, como el amor o la libertad para soñar, e ignorando el peso de las responsabilidades que nunca tomara en serio. Sin embargo, al amor fue demasiado fácil tomarlo en serio cuando fue el cuerpo de una mujer la gran motivación, y la mujer misma. Seré acaso un idealista o soñador, algo que una vida llena de responsabilidades nos enseña a cambiar… o a ignorar.  La gran presión de una sociedad incitándome a academizar mis rústicos hábitos y percepciones. Era pues, yo un simio artista en medio de muchos humanos caminando por las calles y  los andenes y a la sombra de edificios. Especialmente a la sombra de sus propias decepciones. ¿Y qué? Había también otros simios indigentes cargando costales que les importaba menos que a mí estas paredes erigidas y que los humanos sí podían repudiar sin sentirse juzgados. Por buena o mala fortuna, en ocasiones yo pasaba desapercibido, pero sólo porque mi simiesca presencia la cubrían ropas limpias. Pero yo no era un Kafka ni un capullo, pues jamás cambiaría. ¿Para qué? No estaba del todo mal soñar con libertad en esta prisión disimulada de asfalto y paredes que nos brindaba una vaga sensación de seguridad, pese a los ladrones y a los homicidios. Pese a la desbordante necesidad del nombre de auto aniquilarse sólo porque no comprendía la vida, eligiendo cualquier razón que calentara su cuerpo para ponerlo en práctica y sentirse vivo…


Lukas Guti
22 de marzo de 2013.

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